Juego de luces

A quién se le pasa por la cabeza estar o visitar Mallorca (o cualquier ciudad)  sin acercarse a ver su Catedral. Al margen de preferencias religiosas de cada uno, un viajero o simplemente una persona con una poco de interés por la formación y conocimiento, no se puede permitir el lujo de no visitar una muestra de arte.

Esa es la Catedral de Palma; construida en el siglo XIV, durante el reinado de Jaime II en la isla, y de estilo claramente gótico, aunque salpicado por el neogótio en su fachada principal; se encuentra situada en un lugar privilegiada del centro de la ciudad, con unas vistas inmejorables, rodeada por bellos jardines (a mi gusto, los mejores de Palma), muy cerca de lo que queda de la muralla, y rozando el casco antigüo de Palma.

En su interior, los restos de Jaime II y Jaime III entre otros. Con la particularidad de ser de las pocas catedrales con el coro desplazado del centro a la parte trasera del altar, obra ideada y dirigida por Gaudí; y un espectacular rosetón sobre la puerta Mayor, que sólo dos dias al año y gracias a la incidencia de los rayos del sol, forma una imagen óptica especial al juntarse los colores de este rosetón y el situado sobre el altar.

Aprovechar las horas en las que se puede entrar a visitar (cuando no hay misa), y sentarse en uno de los bancos. Dejar que los paredes hablen y que el monumento con todo su porte te cuente su historia. Recorrer sus tres naves y apreciar cada detalle; dejando que te transmita al máximo todo lo que esos muros guardan en su interior gracias al paso de los años.

Porque sea la hora que sea y la mires como la mires, siempre desprende un encanto especial. Desde lo lejos por su porte. De cerca por su inmensidad. Por la mañana porque forma parte del día a día. Con la puesta de sol, con sus muros teñidos de naranja.

Una de las primeras imágenes que se ven al entrar en Palma. La Catedral en todo su esplendor. Como inmutable al paso del tiempo; siempre presente en la imagen y la vida de todo ciudadano. Y parte importante de la cultura y la histora de la ciudad. Por tanto, pieza clave para todo aquel que quiera conocer de verdad la isla.

Y porque llegar a Palma después de meses alejada y ver esa imagen es lo que más me conforta. Sólo cuando veo esa imagen comprendo que de verdad estoy en casa.

Deja un comentario